Se entiende por homofobia una aversión hacia toda diversidad sexual, diferente de la heterosexualidad, con sentimiento de odio y violencia verbal o física, especialmente enfocado hacia la homosexualidad y la bisexualidad.
La homofobia no es un trastorno, sino un odio aprendido socialmente de forma educacional en entornos familiares, religiosos o políticos populistas o radicales, razón por la cual está considerada como delito en muchos países.
El miedo irracional hacia la homosexualidad
El psicólogo estadounidense George Weinberg, que acuñó el término en la década de los ´70, define la homofobia como «el miedo a estar cerca de homosexuales«, por tanto la homofobia, como toda fobia, constituye un miedo irracional, pero … ¿qué miedo se puede tener a la sexualidad libremente elegida de otras personas con las que no se va a mantener relación alguna?. Se trata de un simple aprendizaje educacional. Se aprende a odiar exactamente de la misma forma que se aprende a amar y a respetar.
Emmanuele A. Jannini, profesor de Endocrinología y Sexología Médica en la Universidad de Roma, argumenta que la homofobia sólo es «la punta del iceberg» de un proceso educacional patológico. Jannini causó mucha controversia con su estudio publicado en la revista Journal of Sexual Medicine en 2015, en el cual describía la homofobia con un trastorno psicótico que potencia la ira y la hostilidad hacia quienes ejercen la libertad de elegir una orientación sexual diferente, aunque no sólo, sino también hacia cualquier elección que comporte el ejercicio de las libertades individuales.
En su estudio, Jannini aplicó una conocida escala psicológica para medir los posibles grados de homofobia entre 551 estudiantes universitarios italianos y cruzó sus resultados con mediciones de otros sesgos psicológicos. Lo que halló es que las personas con actitudes homofóbicas más intensas, también obtenían un resultado más alto en otros sesgos psicológicos como el racismo, la discriminación por motivos de credo, la discriminación hacia los derechos de la mujer, o la procedencia natal, como mecanismos de defensa patológicos aprendidos en su entorno social.
En general, estos sesgos psicológicos han sido aprendidos durante la infancia y la adolescencia, cuando la capacidad de raciocinio y de réplica no existen prácticamente, por tanto el aprendizaje social y vicario juegan un papel importante en este condicionamiento comportamental que establece conceptos negacionistas como verdades absolutas no discutibles. Salvo casos excepcionales, la homofobia no se aprende sola, sino que se aprende conjuntamente con la violencia de género, la discriminación hacia la mujer, el racismo y el odio hacia el inmigrante y la libertad de culto.
¿Quien es el responsable de la homofobia?
Indudablemente el aprendizaje vicario por parte de la familia más próxima resulta esencial. Por norma general se corresponde con padres muy conservadores y condicionados por la religión, totalmente intolerantes con las libertades individuales y sociales, usualmente racistas, y donde la madre ocupa un papel de sometimiento y dependencia absoluta en la pareja con planes inmovilistas respecto a como debe ser su hij@ tanto hoy como en el futuro. Una frase habitual de este tipo de padres es: «mientras vivas en mi casa, harás lo que yo diga«.
En segundo ámbito se encuentra el aprendizaje social, que cambia según el entorno social en el cual se encuentra cada persona. Los vínculos sociales estrechos con credos irracionales como los religiosos, o los políticos retrógrados, con ideologías fascistas o sinónimas, crean un condicionamiento social tóxico en el niño y el adolescente, que aprende como un sinónimo de verdad absoluta, que en muchos casos ni siquiera podrá rebatir como adulto, ya que el condicionamiento moldea la conducta, sin posibilidad de cambio, excepto que se acuda a la terapia psicológica.
Las amistades próximas con cierta continuidad constituyen otra fuente social de aprendizaje, aunque mucho menos condicionante que las anteriores. En estos casos, lo sensato es que una acusada disparidad de criterio y opinión termine con la relación de amistad, pero esto no siempre sucede, especialmente cuando se trata de grupos en los cuales se está integrado, ya que la simbología y los criterios del endogrupo suelen pesar más en el adolescente, aún sin personalidad propia.
El enemigo más directo de la homofobia, y en general del odio hacia cualquier tipo de libertad individual es la ilustración académica. Las personas ilustradas raramente son homófobas, excepto que su niñez y juventud haya sido condicionada severamente, ocasionando una conducta patológica de adulto. Esto se aprecia incluso mejor con la violencia de género asociada a la negación y el odio hacia los derechos de la mujer. Igualmente las personas sin fisuras hacia su orientación sexual pocas veces son homófobas, sino que es la insuguridad quien proporciona una paradigma de rechazo y odio.
¿La homofobia masculina revela una homosexualidad reprimida?
Muchos estudios clínicos actuales comienzan a apuntar en esta dirección. Al igual que el hombre maduro heterosexual que atraviesa por la crisis de los 40, comienza en muchos casos a sentirse excitado con mujeres cada vez más jóvenes, en un intento subconsciente de retener su propia juventud, parece que muchos casos de homofobia, precisamente la más violenta, se podría basar en el mismo principio, es decir, han percibido en algún momento que otro hombre ha sido capaz de excitarles sexualmente.
Precisamente por este motivo el departamento de psicología de Universidad de Georgia, han podido corroborar en un estudio realizado con 2 grupos: uno compuesto exclusivamente por homofóbicos, y un segundo donde ninguno de sus miembros era homófobo, que cuando se exponía a los miembros del grupo a imágenes (vídeos) de carácter pornográfico con escenas homosexuales, el grupo de homófobos experimentó estímulos de erección, incrementos hormonales propios de la excitación sexual y estrés por ocultarlo que usualmente desemboca en ansiedad, mientras que el grupo de hombres no homófobos no respondió a este estímulo en absoluto.
Los gays para el mundo comercial
En el otro lado de la balanza se encuentra la publicidad gay friendly del comercio cada vez más inclinada a este colectivo por 2 razones fundamentales: la primera sin duda es que el promedio gay son hombres ilustrados, con una estadística creativa importante, y por tanto propensos al éxito, además de un cierto poder adquisitivo, consecuentemente clientes atractivos para cualquier marca. La segunda es que las campañas gay friendly blanquean cualquier marca dándole un barniz democrático y progresista que incrementa su valor comercial y busatil.
Cada vez existen mayor número de marcas cuyos productos están orientados a un target comercial gay, y a ese contexto se suman ciudades, e incluso países. Un ejemplo claro de este tema son algunos países del este con posiciones gubernamentales claramente homófobas, que han recibido importantes recortes en su financiación, y una «huida» del turismo valorada en miles de millones de dólares.
El caso contrario está en España, y más específicamente ciudades como Madrid, Barcelona y sus islas tanto de Ibiza como Las Palmas, que han apostado claramente por este turismo europeo, capaz de aportar un río de millones en sus ingresos.
Hoy día España lucha vehemente por posicionarse como primer destino turístico LGTBI en Europa, arrebatando este liderazgo a viejos euro-países que en su momento fueron bandera de las libertades, cuando España sólo era una gris dictadura militar. Lo tiene todo a su favor. Ya es el 2º país más turístico del continente y el 3º del mundo, posee una oferta climática suficiente, una industria turística envidiable de sol y playas, y un prestigio ganado a pulso para el colectivo LGTBI siendo de los primeros en legalizar el matrimonio gay, y sirviendo de ejemplo a otros muchos países.
Por otro lado cuenta con vecinos turísticos en el mediterráneo, prácticamente todos ellos islámicos y por tanto intolerantes con la sexualidad, excepto posiblemente Italia, pero que es un país mucho más costoso, por lo que apenas tiene competencia en su oferta turística continental hacia el colectivo LGTBI, y no hay previsión de que esto cambie a corto plazo.
De la misma forma ha influenciado en el turismo heterosexual, que tampoco se ha sentido seguro en estos países, inclinando la balanza turística claramente hacia España. Su única posible competencia futura serán los países bálticos mediterráneos, mucho más económicos, pero aún sin garantías hacia la libertad personal del turista, algo que los europeos no perdonan.
Sirva como ejemplo la vieja Casablanca (Marruecos), que consiguió captar el turismo europeo gracias a su cultura claramente occidental de influencia francesa en la década de los ´60 y ´70, que fue perdiendo paulatinamente en favor de España, cuando la ciudad sufrió un retroceso cultural de perfil religioso, incrementándose en un 1000% el uso del velo femenino cuando estaba completamente erradicado. El turismo masivo simplemente dejó de llegar, a pesar de ofrecer un clima y costa magníficos a unos precios mucho más que razonables para los europeos.
Sólo un pequeño dato: el día del orgullo gay en Madrid recauda en torno a 500 millones de euros en apenas una semana, siendo uno de los más rentables del planeta. Si a esto le añadimos los destinos turísticos gay de Barcelona, Baleares y Canarias, las cifras se disparan a miles de millones. Esta es una de la razones por las cuales la homofobia en España esta considerada como un grave delito de odio con consecuencias penales muy severas. La otra razón, es la evolución de la conciencia ciudadana española respecto a que las libertades individuales nunca están garantizadas, y deben defenderse de forma continua en el tiempo.
Preguntas frecuentes sobre la homofobia
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